jueves, 31 de mayo de 2012

Enseñanza eficaz de la Filosofía

La filosofía cumple la importante tarea de estimular en el alumno una reflexión acerca de sí mismo, del mundo y de todos los elementos que se van dando. Además, potencializar unas capacidades de análisis y de crítica, con creatividad y cuidado.
Esto implica que la filosofía debe buscar su significación e importancia en la educación, trasladando así la tradición filosófica, sus conceptos y planteamientos en algo relevante y significativo para el alumno. En sus planteamientos mostrar su compromiso ante la vida, generando búsqueda de respuestas ante las preguntas de la realidad.
El reto es integrar elementos significativos. Aprender, construir, asombrar es la misión del educador. Un educador aprende junto con sus alumnos a filosofar. No es comprender conceptos, teorías, métodos e historias; es asombrarse, argumentar, dialogar, responder, proponer y construir conocimientos de manera compartida. De este modo, se logrará un proceso de construcción donde saber filosofar ayudará a plantear en los alumnos caminos por descubrir.
La Filosofía le corresponde orientar y prepararnos para luchar por la vida, entrenándonos para pensar más y mejor, es decir, caer en la cuenta de lo que hacemos, por qué lo hacemos, para qué lo hacemos y una larguísima serie de qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué, etc.
En consecuencia, el educador que acompaña a sus alumnos a filosofar, ha de tener como finalidad dotar a sus aprendices de competencias filosóficas, como la crítica, los procesos de razonamientos o el conocimiento profundo de las principales corrientes del pensamiento humano.
            Para desarrollar competencias filosóficas, se deben tener presente los siguientes factores intrínsecos al filosofar[1]
a)      No anular la teleología de la inteligencia humana.
b)      Conocimientos necesarios.
c)      Habilidades discursivas: planteamiento de problemas, búsqueda de soluciones, razonamiento lógico, comprensión de argumentos ajenos.
d)     Virtudes intelectuales. Aquellos hábitos afectivos que son necesarios para la búsqueda de la verdad y del bien.
Estos factores permiten ir formando estructuras mentales, afectivas y éticas que les permitan orientarse en el pensamiento y en la realidad.
    
Por: Gabriel Sequera


[1] Marina, J. (2009). Filosofía joven. Disponible en: http://aprenderapensar.net/2009/01/28/hello-world/


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