miércoles, 30 de mayo de 2012

EDUCAR EN VALORES Y EL VALOR DE EDUCAR

El mundo está  al revés. En la calle vemos jóvenes que asesinan por un par de zapatos; niños "huele pega" sin hogar, sin rumbo, pidiendo comida a la salida de cualquier supermercado; gente con títulos y cargos importantes que roban en el banco, la empresa o cualquier sitio sin que nadie se de cuenta (o "quiera darse cuenta"); jóvenes que saben mucho de comodidad y muy poco  de trabajo; niños rodeados de juguetes, pero que no saben de compañía. En la calle vemos culpables de delitos protegidos por la justicia; la verdad callada con dinero y el corazón de quienes más tienen y pueden, vueltos piedras antes las desgracias de los más débiles.

Estamos ante un nuevo siglo con muchos adelantos técnicos y científicos, con muchos descubrimientos y hazañas, pero con la espalda vuelta al ser humano. Crisis de valores es el nombre y apellido de esta situación. Observarla nos produce una serie de interrogantes: ¿qué ha producido esta crisis? ¿por qué hemos llegado a este estado de cosas? ¿cómo hacer para buscar salidas a este callejón oscuro?.

En Venezuela,  desde hace varios años se han generado discusiones en torno a este tema. Son varios los discursos que explican esta crisis, muchos de ellos culpan por un lado a la "cultura del venezolano" y por el otro a la escuela que tenemos. La necesidad de reflexionar sobre esta crisis y los discursos que la explican, así como de proponer caminos para enfrentarla desde la escuela, son las razones que han motivado la aventura de escribir sobre educar en valores y el valor de educar.

La vida nos está demostrando que educar en valores es una tarea urgente; que es necesario formarnos para aprender a ser personas y a convivir con nuestros semejantes. A los educadores y a la escuela le toca parte de esta tarea de formación, asumir esto debemos reflexionar sobre ¿qué significa educar en valores?, ¿estamos realmente educando en valores?, ¿cómo hacerlo desde el salón de clases y en la escuela en general? Todos estos interrogantes lo tenemos que tener presente en la conducción formativa hacia los valores humanos.

Estas líneas quieren ser ante todo una invitación a crear alternativas innovadoras y verdaderamente significativas para avanzar en esta tarea de educar en valores en la escuela, en la vida personal y desde allí aportar para la construcción de una ética distinta. No todo esta dicho, son muchas las interrogantes que continúan abiertas, por ello la reflexión no se agota. Todo depende de si verdaderamente entendemos que nuestros niños y jóvenes necesitan de maestros que no sólo enseñen saberes, sino que fundamentalmente enseñen, con su ejemplo, a ser personas capaces de vivir con los demás.  

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